La Batalla de Madrid es el conjunto de episodios bélicos sucedidos en la zona de Madrid durante el transcurso de la Guerra Civil Española. Tras el pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936 la sublevación militar diseñada por el General Mola tiene lugar con éxito en el protectorado español de Marruecos y parte del norte de España. Tras el fracaso de la rebelión en Madrid, en los días posteriores al pronunciamiento con la caída del Cuartel de la Montaña y el de Campamento, la ciudad queda bajo el dominio gubernamental de la Segunda República Española. Desde este instante, la toma de la ciudad de Madrid era un objetivo militar para las tropas sublevadas. Desde el norte las tropas del general Mola y posteriormente desde el Sur-Este por las tropas del General Varela y del General Yagüe. El intervalo que va desde el pronunciamiento hasta los primeros combates en noviembre ambos bandos van reforzando sus efectivos, y se van preparando para la confrontación, los militares sublevados reciben material militar y soldados de Alemania, Estados Unidos e Italia, así como el Gobierno republicano de Francia, México y la Unión Soviética. Durante este intervalo ambos bandos se reorganizan políticamente y se renuevan sus estructuras de mando. El combate se realizó en un relieve de la Meseta Central, donde los obstáculos geográficos no son de relevancia para las operaciones militares y es relativamente fácil la maniobra de las fuerzas militares en ambos bandos. Con la excepción de las montañas septentrionales del Sistema Central. El iniciador del plan fue el General Mola que analizando la situación diseñó un plan de avance centrípeto debido al poco apoyo previsto inicialmente por la Primera División Orgánica. La posesión de la capital era decisiva para el desenlace del conflicto, pues decidiría qué contendiente se haría con el control, ya que Madrid era un importante centro político, militar, estratégico y económico de primer orden además de la capital política y sede del gobierno de la República. Los combates realizados en la Sierra Norte de Madrid con las columnas provenientes de Pamplona, Valladolid y Burgos quedan estabilizadas a finales de julio de 1936. A partir de ese instante las tropas que avanzan por el sur comandadas por el General Franco tienen el protagonismo. A pesar de que los principales combates tendrán lugar entre el otoño de 1936, y la primavera de 1937, desde el comienzo de la guerra hubo también importantes combates en áreas cercanas a la capital durante el verano y el otoño de 1936. La Defensa de Madrid tiene como particularidad haber sido la primera en la que se bombardeó a objetivos civiles dentro de una ciudad, algo que después se realizó en diversas ciudades españolas durante el conflicto español y después durante la Segunda Guerra Mundial. Tras el pronunciamiento de julio, que no tuvo igual suerte en todo el territorio, ciudades como Madrid permanecieron leales a la República. Las tropas rebeldes de África se fueron agrupando en el sur de la península. Ya desde el 2 de agosto, que comenzaron su avance, Madrid era un objetivo militar. Apenas llevaban tres meses de combates por la zona de Extremadura cuando ya se encontraban en los lindes de la Casa de Campo. Las cuatro columnas atacantes se sitúan el 6 de noviembre a siete kilómetros de la Puerta del Sol. Las columnas rebeldes encontraron diversos problemas tácticos, pero en ningún momento se impidió o se detuvo su avance. Las dos únicos núcleos de grandes poblaciones atacados durante esos tres meses fueron Badajoz y Toledo. Los asaltos de las tropas atacantes tuvieron casi siempre tácticas similares, primero se ejecutaba un ataque frontal muy agresivo apoyado por efectivos de artillería pesada, y luego de se ejecutaba un desbordamiento por los flancos, esto último solía causar pánico entre las tropas milicianas que poseían poca instrucción militar, lo que provocaba una retirada desordenada que acababa deshaciendo la defensa. En algunos casos se procedía a rodear las fuerzas milicianas dejando expedita una vía de escape que era fuertemente bombardeada por la artillería. Estas tácticas fueron ejecutadas repetidas veces durante el avance a Madrid. Sin embargo ahora el objetivo militar era más extenso, y existían diversas posibilidades de ser abordado. Por un lado se encontraban las agrupaciones de edificios ubicados a la derecha del río Manzanares, estas agrupaciones se prolongan en barrios desde los que se podría establecer una resistencia considerable. El río que se encontraba canalizado desde el Puente de los Franceses al de Princesa, la situación se convertía en peligrosa con algunos edificios dominantes en la orilla izquierda. Desde el río el avance es en cuesta arriba. La idea de llegar a la Ciudad Universitaria y a la Plaza de España, y desde allí se avanzar a lo largo de diversos puntos de la ciudad hasta dominarla era una de las posibilidades más tenidas en cuenta por Varela. Otra de las opciones era estirar el frente hacia el sureste pero quedó desechado al ver que al final no había punto de entrada a la ciudad. Tras evaluar Varela diversas opciones se decide atacar por la Casa de Campo por la Puerta Rodajos y desde allí avanzar cruzando el Manzanares para penetrar en la Ciudad Universitaria. Desde allí estabilizando la zona se procederá a tomar diversas áreas de la ciudad. Se iba a ejecutar como dirección principal de esfuerzo el eje Suroeste-Nordeste para alcanzar la línea del Manzanares entre el Puente de los Franceses y el Hipódromo. Simultáneamente otras columnas deberían tomar los pueblos y barrios al sur de la capital y presionar sobre los puentes de Segovia, de Toledo y Legazpi, distrayendo a las fuerzas de defensa del escenario principal del ataque.
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